La máquina de escribir es un
dispositivo mecánico, electromecánico o electrónico, con un
conjunto de teclas que, al ser presionadas, imprimen caracteres en un documento,
normalmente papel. La persona que opera una máquina de escribir recibe el
nombre de mecanógrafo.
Desde el final del siglo XIX y
durante buena parte del siglo XX, las máquinas de escribir fueron herramientas
indispensables en las oficinas comerciales, así como para muchos (si no todos)
los escritores profesionales. Sin embargo, en los ochenta los procesadores
de texto en computadora personales reemplazaron casi totalmente
a las máquinas de escribir en las tareas propias de éstas, si bien siguen
siendo populares en los países en desarrollo y en algunos nichos de
mercado.
Historia de
la máquina de escribir
No puede decirse que la máquina
de escribir tenga un único inventor, pues, como en otros casos (bombilla, automóvil, teléfono o telégrafo),
fueron varias las personas que contribuyeron con las ideas e invenciones que
terminaron llevando a las primeras máquinas comercializadas con éxito. De
hecho, los historiadores estiman que varias formas de máquina de escribir
fueron inventadas al menos 52 veces por mecánicos que intentaban conseguir un
diseño útil. En 1714 Henry Mill obtuvo una patente de la reina
Ana de Estuardo por una máquina que, según era descrita, se parece a una
máquina de escribir, si bien no se sabe más. Entre los primeros desarrolladores
de máquinas de escribir se encuentra Pellegrino Turri, en 1808, que
también inventó el papel de calco. Muchas de estas máquinas primitivas,
incluyendo la de Turri, fueron desarrolladas para permitir escribir a los
ciegos. En 1829 William Austin Burt patentó una máquina llamada «tipógrafo».
Como muchas de las otras máquinas primitivas, a menudo se la cita como la
«primera» máquina de escribir. El Science Museum de Londres la
describe simplemente como «el primer mecanismo de escritura cuya invención fue
documentada», pero incluso esta afirmación puede ser excesiva, ya que la
máquina de Turri es bien conocida. Incluso en manos de su inventor, esta
máquina era más lenta que la escritura manual. Burt y su promotor, John Sheldon, nunca hallaron comprador para la
patente, y la máquina nunca fue comercializada. Debido a que usaba un dial para
seleccionar el carácter en lugar de contar con una tecla separada para cada
uno, fue llamada «máquina de escribir de índice», en oposición a las de tecla,
si es que puede considerarse una máquina de escribir auténtica. Entre 1829 y
1870 se patentaron en Europa y América muchas máquinas de imprimir o escribir,
pero ninguna de ellas llegó a comercializarse. Charles Thurber desarrolló
múltiples patentes; la primera —en 1843— fue concebida como una ayuda para los
ciegos (véase el quirógrafo de 1845 como ejemplo).
La invención de la máquina de
escribir permitió suplantar a los lentos copistas y le dio un carácter más
oficial e impersonal a los escritos comerciales y políticos. El procedimiento
mecánico de escritura aceleró el ritmo de las comunicaciones, marcó un punto
importante en el desarrollo de las relaciones sociales y le permitió a la mujer
ingresar masivamente al mundo laboral como dactilógrafa, entre los siglos XIX y
XX. Podríamos decir de cierta manera que la máquina de escribir le abrió el camino
a las máquinas eléctricas y por que no a las computadoras.
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